La tentación acecha en los rincones más inesperados. En la oficina, la presencia de la esposa de un subordinado puede convertirse en una fuente de deseo prohibido. Su belleza, su encanto, y la cercanía inevitable crean un ambiente cargado de tensión.
La rutina diaria se ve alterada por miradas furtivas, conversaciones ambiguas y la fantasía de un encuentro secreto. La línea entre el respeto profesional y la atracción personal se vuelve cada vez más difusa.
El deseo crece alimentado por la prohibición y la adrenalina de lo oculto. La idea de cruzar esa línea, de sucumbir a la tentación, se convierte en una obsesión.
Pero el riesgo es alto. La reputación, la carrera, y la estabilidad familiar están en juego. Ceder a la tentación podría significar la ruina de todo lo construido.
La lucha interna entre el deseo y la razón se intensifica. ¿Vale la pena arriesgarlo todo por un momento de placer prohibido? La respuesta a esta pregunta definirá el destino de los involucrados.









