En el corazón de una antigua abadía, donde los susurros de lo divino se entrelazan con ecos de horrores ancestrales, emerge la figura de la Hermana Estrella (Estrella, llamada cariñosamente Estrellita). Ella no es una novicia común; en sus ojos se vislumbra una curiosidad que trasciende los límites de la fe ortodoxa, una fascinación por los mitos prohibidos que acechan en los márgenes de la realidad.
Ataviada con el hábito de su orden, Estrella irradia una inocencia perturbadora, una pureza que contrasta brutalmente con la decadencia cósmica que comienza a manifestarse a su alrededor. Los muros de la abadía, otrora refugio de oración y contemplación, ahora palpitan con una energía oscura, una promesa de revelaciones que podrían destrozar la cordura.
En esta sesión fotográfica, somos testigos de la lenta transformación de Estrella. Su devoción inicial se desvanece gradualmente, reemplazada por una seducción sutil por lo desconocido. El crucifijo que una vez abrazó con fervor ahora pende lánguidamente de su cuello, un símbolo de una fe vacilante ante la inmensidad de los horrores cósmicos.
Cada imagen captura un momento de vulnerabilidad, una rendición gradual a las fuerzas que la rodean. Su mirada, al principio tímida y reservada, se vuelve cada vez más intensa, reflejando el despertar de una conciencia que se expande más allá de los confines de la comprensión humana.
La luz y la sombra juegan un papel crucial, resaltando la dualidad inherente a la experiencia de Estrella. La belleza clásica de su rostro se yuxtapone con la inquietante presencia de símbolos arcanos, creando una atmósfera de tensión palpable. ¿Se convertirá en víctima de la influencia cósmica, o logrará trascenderla, emergiendo como algo completamente nuevo y aterrador?
